Hay cosas que pasan en nuestra mente que no podemos entender, por mucho que la ciencia estudie. El por qué una simple reacción química es capaz de trasladarnos desde la mayor euforia a la más mísera tristeza. Los rincones del placer desconocido y del dolor cotidiano. El poder de una descarga eléctrica capaz de revolucionar todas nuestras ondas cerebrales hasta hacernos vibrar.
La vida es un misterio, un misterio que considero un insulto tratar de descubrir... al fin de cuentas, siempre ha sido así y, si lo rompemos, ¿no perdería su encanto? ¿Por qué hay que buscar un "por qué" a todo? ¿Acaso no es cierto el dicho que reza "la curiosidad mató al gato"?
Todas estas divagaciones sin sentido vienen a cuento de que estuve pensando en cómo somos, tan iguales y diferentes a la vez. Con una corteza cerebral única, indiscutiblemente hecha a medida, con sus virtudes y fallos. Y debemos aceptar éste regalo divino, hecho a medida para nosotros, con todas sus consecuencias.
Tal vez éso era lo que a ellos les falló, el no saber aceptar éstas pequeñas superficialidades. Él se rindió, pero ella luchó hasta el final. Ella, como muchas otras lucharon antes y como muchas otras lo siguen haciendo después.
Hoy rindo un humilde homenaje escrito a una gran heroína del siglo XX; cayendo mis palabras en saco roto y renglones que no son leídos, pero que quedan escritos en esta vasta e infinita inmensidad que es la red de internet. Hoy brindo por aquellas que son capaces de sacar las uñas y enseñar los dientes, pase lo que pase; la decepción, el sufrimiento, el engaño, la burla... Hoy pienso en todas ellas, y en especial a la musa que me inspira estas palabras.
Hoy te escribo a ti, Deborah Curtis.
Sunday, June 7, 2009
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