Wednesday, September 10, 2008

Teorías cromáticas acerca de la vida.


Patrick Wolf - Overture

Siempre he tenido la teoría de que los niños diferencian más colores que los adultos; que éstos van perdiendo su capacidad de apreciar la belleza y magia del entorno a medida que van creciendo y tropezando con la vida una y otra vez... perder la luminosidad y el brillo en los ojos, ser incapaces de recordar los juegos infantiles en los que éramos bucaneros, ladrones de guante blanco, viajeros interestelares, magos medievales... trabajar, dormir, ahorrar, comprar una casa... ésas tareas y preocupaciones nos obligan a abandonar el mundo de hadas, Avalon, Nunca Jamás, Fantasía, Wonderland, el centro del Laberinto y todos esos lugares en los que nuestra imaginación crece y crece... al disminuir ésta, nos hacemos más y más mayores, más grises, más de un mismo color. La luz se vuelve tenue, y nos cuesta más ver la diferencia de los vivos colores que nos rodean...

Pero hay un pequeño sector que no todo el mundo es capaz de ver y reconocer; un pequeño sector de gente adulta que todavía tiene ese brillo en los ojos y miran al cielo soñando, en silencio, con poder volar... barcos piratas que vuelan, dragones que escupen fuego y nos cuentas historias de antes de que la Tierra fuera la Tierra; hadas que, a escondidas, roban los granos de arena que Sandman nos deja sobre los ojos antes de irnos a dormir.

Nosotros, los Niños Perdidos, los niños malos de los cuentos, somos aquellos que vemos un mundo en blanco y negro, lleno de color y escalas de grises; armónicos, puros, brillantes, arrebatadores, capaces de emocionarnos. Oímos la música más allá de los ultrasonidos, nos palpita en el pecho, retumbando en nuestras cajas torácicas, y nos hace llorar.

Nosotros, los Niños Perdidos, los que soñamos con historias que nos llegan más allá de los confines de la luz.

Hijos de los hijos del Sol.

Los Niños Perdidos que aguardan extender sus alas para volar.

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