Tuesday, July 29, 2008
Fuego
- Puedes crear lo que desees. Puedes hacer fluir el oro de tus manos, puedes beber hidromiel de las rocas desnudas. Ante la tempestad, resguardarte del viento y la lluvia; ante el sol, llamar a la tormenta. Hablar con los señores de los yermos desiertos de Estigia. Cuando tengas frío, crear fuego de la nada - dicho esto, la palma de su mano comenzó a arder - y sentirte como lo que eres, una diosa que ve más allá de la vida y la muerte.
Calíope pestañea, pero no se inmuta. Extiende la palma de su mano mientras que Oniros, con delicadeza, toma el fuego y lo posa con extremo cuidado y ternura entre sus dedos. Es incandescente, no quema, casi le da frío, un frío que recorre toda su espina, todos los nervios ventrales y dorsales, ascendentes, descendentes. El cerebelo comienza a mandar señales, y siente que su sentido del equilibrio flaquea por unos instante. Su corteza comienza a cambiar, y las neuronas liberan neurotransmisores y descargas eléctricas más rápido de lo normal. El diencéfalo se dispara... ¿acaso es amor?
La llama tiembla, se empequeñece, suspira... y de pronto se descontrola, comenzando a arder con una fuerza amenazadora. Pero Calíope no tiene miedo al fuego, ni a ninguno de los elementos. No teme a la muerte, y mucho menos a la vida... al fin de cuentas, éso es lo más peligroso, vivir en este mundo, caminar por los renglones del paraíso perdido creados hace millones de años para ser algo imperfectamente perfecto.
- Nessa... ¡Nessa!
Diana abraza a su hija, que tose un par de veces y respira con dificultad. Gerard sofoca el fuego de la mesita de noche... adiós a los apuntes y uno de sus libros de anatomía, pero sólo ha sido un susto... podría haber perdido mucho más... pero, realmente, ¿son conscientes de lo que acaban de perder?
- ¿Ves? Te lo dije... - masculla Diana en tono de reproche -... era muy pequeña para tus juegos, y ahora hace esto con 14 años... ¿qué será capaz de hacer con el tiempo?
- Seré una musa, una diosa que ve más allá de cualquier velo... éso dijo él.
Gerard y Diana miran a su hija. Se equivocaban, no la acababan de perder, pero... ¿Cuándo la perdieron?
Oniros ríe en la lejanía, en las sombras de Estigia. Ya entonces te veía y soñaba contigo. Y tú siempre susurrabas lascivamente en mi oído ésa palabra que me hace estremecer, esas que cuando dices hoy día provocan orgasmos en mi cerebro.
Ca-lí-o-pe...
Ya estaba despierta, pero tardé diez años en encontrarte. Diez años practicando mis dones en soledad, diez años deseando sentir tu lengua sobre mi piel.
¿Cuándo me convertí en ésto?
- Extraído de Calíope, por Libertad Gómez-
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