- A veces sentía la necesidad de pincharme, pero no de pincharme en el sentido de drogas y estupefacientes... sencillamente cogía un imperdible y lo clavaba en mi brazo hasta que sentía dolor. O cogía un cuchillo y jugaba a clavarlo entre los dedos de la mano. Me fascinaban las cosas punzantes, y el fuego... hacía hogueras en ceniceros de casa.
Escucharme decir esas palabras me daban escalofríos. ¿Qué clase de infancia me había hecho? ¿Qué me había inspirado ser así? ¿Yo misma, acaso? Mis padres me habían dado amor de sobra, a veces a su manera; y nunca tuve necesidad de nada a pesar de haber vivido momentos a veces difíciles en casa. ¿Por qué era así, qué me había influenciado tanto para acabar convirtiéndome en lo que soy?
- No te martirices - dijo Oniros mientras me abrazaba -. Todos tenemos ése tipo de momentos. Yo los tengo incluso ahora... tú me los inspiras.
¿Realmente era cierto? ¿Por qué era capaz de inspirar, por qué era capaz de crear esa magia envolvente a mi alrededor? Según él, algunos tenemos ese don de hacer soñar con el pestañear de nuestros ojos, con el olor que queda impregnado en nuestros cuellos; el sabor a herrumbe de nuestros labios. ¿Realmente era yo así? Si era cierto, nunca nadie me lo había dicho... claro, a las musas no se les dice esas cosas; y es una pena, porque así nos podríamos esforzar mejor en cumplir nuestra misión y, tal vez, ser más felices.
Pero, ¿qué inspira a una musa entonces? ¿Somos capaces de ser inspiradas por algo o alguien, tal vez por aquel al que inspiraremos la próxima vez? ¿O soñamos con aquellos que ya inspiramos?
- ¿Con qué sueñan las musas, Calíope?
Esa pregunta me hacía eco dentro de mi cabeza...
Y la respuesta era simple.
Tú.
Wednesday, July 23, 2008
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