Esta semana falleció José González.
"Y qué más me da", diréis muchos.
Bueno, a mí sí me da, y por eso escribo sobre ello.
José González, Pepe; era el creador y principal dibujante de Vampirella, un mito erótico de los años setenta y uno de los cómics más famosos de entonces. Fuera de nuestras fronteras, Pepe era una eminencia. Tenía varios premios y su obra era muy apreciada. Pero en España, nunca tuvo el reconocimiento que se merecía, igual que otros muchos grandes de su época como Esteban Maroto, por citar a alguno (Esteban sigue siendo grande aunque hoy en día no lo conozca mucha gente); o como le sucede también a la genial Purita Campos, que sólo la recordamos aquellas que reíamos y llorábamos con sus historias de Jana o Esther.
Pepe se ha marchado y España apenas lo recuerda; lo cual me hace pensar acerca del nivel cultural medio de nuestro país. Este verano, en los programas basura, recordarán de nuevo a la Jurado (bien merecido, esta señora era una artista, aunque es el morbo lo que genera noticias alrededor de ella) o a la Carmina Ordóñez; y de Pepe no se acordará nadie más dentro de unos meses. Sólo los que éramos seguidores de su obra, obra que guardaremos con anhelo; lo recordaremos al leer sus cómics y ver sus ilustraciones...
Ésto me lleva al reflejo de nuestra sociedad: para qué va a querer un chavalito con talento dedicarse al mundo del tebeo, sacrificado y difícil de recorrer; cuando con dar un braguetazo en la prensa rosa tienes media vida resuelta y te van a recordar incluso después de muerto... Para qué esforzarte.
Menos mal que entre la maleza todavía se encuentran algunos tallos débiles deseosos de brotar fuerte, muy fuerte...
En fin, Pepe; qué quieres que te diga. Que algunos sí te vamos a echar de menos. Que hoy Vampirella, tu criaturita, llora tu marcha. Pero sonríe, que todavía quedamos unos cuantos con ganas de soñar...
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