El perfil del abusador o maltratador ha experimentado un cambio notable durante las últimas décadas. Si bien es un rasgo que anteriormente se asociaba a hombres de entre unos 35 a 45 años, la edad media del maltratador a descendido en la última década hasta la primera juventud y adolescencia (esto es, desde los 14 a los 21 años aproximadamente como media). Cada vez son más los casos de jóvenes que maltratan e incluso acaban con las vidas de sus parejas, sin mostrar en muchas ocasiones un ápice de remordimiento ante ello y siendo éstos, además, menores de edad. Estos datos enfatizan el hecho de que algo está fallando en la educación de nuestros jóvenes que, sobreprotegidos y mimados por las leyes que los amparan, se sienten superiores y creen con el derecho de imponer ante cualquiera su “santa voluntad”; sea un adulto, un anciano, un niño o un igual. Éste hecho, sumado al todavía permanente concepto machista de la mujer que sigue arraigado en nuestra sociedad, provoca situaciones de violencia de género entre los jóvenes de nuestra comunidad, muchas veces con resultados trágicos para la víctima y sus familiares.
-Tomado de un proyecto que estoy realizando sobre el maltrato entre adolescentes-
Cuando yo era pequeña, me sentía incapaz de levantar la voz a un adulto o a alguien sencillamente mayor uqe yo, porque el guantazo que podía llevarme sonaba descomunal. Tampoco se me pasaba por la cabeza que alguien que dice que me quiere pudiera pegarme; no, si un niño me pegaba era porque me llevaba mal con él, o porque se había metido conmigo o mis amigas y yo le había plantado cara. En el colegio, por muy imbécil que fuera el profesor, siempre le respetábamos (al menos delante suyo) porque al fin de cuentas era el que nos estaba enseñando y el que me iba a aprobar o suspender a final de curso, el que me ponía la nota e iba a determinar si repetía o no. En casa, por muy tontoq ue tuviera el día mi madre, aguantaba el chaparrón, aunque a veces fuera injusto. Con el tiempo aprendía protestar educadamente, pero la mayoría de las veces aprendí a callarme porque, para qué me voy a llevar mal con alguien que convives; es mejor callarte o expresar tu opinión entre dientes a recibir un sopapo.
Y hoy en día parece que estamos jugando al mundo al revés. Los adolescentes maltratan a sus padres, profesores, parejas e iguales sintiéndose todopoderosos gracias a las malditas leyes del menor. Oiga, me parece muy bien que se pene a quien pega un día sí y otro también a un niño o adolescente; pero siempre se ha sabido que una torta bien dada en su momento te previene de muchas cosas: faltas de respeto, agresiones, palabrotas, insultos... y hoy en día, un padre no puede ni hacer esto, porque el niño te levanta el dedo amenazador y te dice Te voy a denuciar si me pegas, cabrón.
Violan, pegan e incluso matan a sus compañeros homosexuales, compañeros de clase y parejas sentimentales cual Jack el Destripador porque claro, son menores, y lo peor que les puede pasar es que estén en un reformatorio hasta la mayoría de edad, y luego la cárcel un par de años (porque te sacan de ahí por buen comportamiento). Y lo cool que queda decir después Yo estuve en un reformatorio; como si fueran James Dean o algo (que por cierto, la mayoría no saben quién era éste actor, bendita inculticia).
Y mientras, los que intentamos enseñar algo de valores, algo positivo a estas futuras generaciones que algún día gobernarán el país en el que vivíamos; tenemos que aguantar chulerías y malas palabras en las clases porque al niñato de turno no le sale de los wevos estar calladito escuchando, o participar como es debido en la actividad. Si le instas a que se calle te dice que no le da la gana, y cuidadito con castigarlo que luego viene su padre y te mete cuatro ostias, o él mismo vaya.
Pero no, hay que luchar por los derechos del niño, hay que ser buenos con ellos, pobreticos. ¿Que le niño miente, insulta, chulea? Eso es porque en el colegio no lo enseñan bien, desgraciaos. ¿Que pega a su novia o a su amigo, que lo mata de una leche? La culpa seguro que era del otro, vamos, qué cojones; si el niño se quería follar a esa guarrilla de 14 años es por culpa de ella, no de la educación casera inexistente. ¿Que se pasa en el colegio? La culpa es del centro, que no saben controlarlo. Pero a mi hijo, ni una ostia, oiga.
Hace unos años, unos abanderados "padres modernos" decidieron luchar por las leyes del menos, por evitar que a los niños se les de un guantazo. Me gustaría ver a los maleducados de sus hijos hoy día, listillos.
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