Saturday, January 24, 2009
Lecciones festivas.
A veces intentamos ser lo mejor para los demás, para esas personas que nos importan... y olvidamos el hecho de que debemos querernos a nosotros mismos para poder conseguir ése tipo de cosas.
El problema de quererse uno demasiado radica en que luego nos creemos todopoderosos, soberbios y distantes; y creemos llevar siempre la razón, incluso cuando no es así. Desperdiciamos la saliva tratando de cambiar a los demás su opinión, pero no nos paramos a pensar que puede que nuestra opinión sea la equivocada.
Todos vivimos algún momento así.
Y todos convivimos con gente así, a diario. Desde el abuelo que se cree saberlo todo y no tolera la opinión de alguien más joven; hasta el inteligente que se cree superior por poseer un alto CI. Desde la madre que, por ser madre, obvia las opiniones de sus hijos, hasta la persona viajera que se cree saber mucho por haber recorrido más kilómetros. Desde la persona que se mira vanidosa al espejo hasta quien teclea ahora mismo las palabras que lees en tu ordenador.
A todos ellos sólo les pido una cosa: humildad.
Porque en este mundo hay pocas cosas ciertas, y una de ellas es que las mariposas disecadas nunca pierden su belleza.
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